Ay, mis tiempos compadre 

Las campañas hacia la renovación de la gubernatura en Hidalgo cumplieron dos semanas y en ese lapso cada una de las cuatro propuestas marcó perfectamente los límites u horizontes de sus estrategias electorales. 

Las actuales campañas son calificadas hasta ahora, como faltas de entusiasmo y frías; muy distintas a las tradicionales verbenas itinerantes que se vivieron en proceso similares en el pasado que eran esperadas con ansia y en las que el despliegue de recursos era evidente por no decir descarado. 

En las nuevas dinámicas electorales, el uso del internet y de las redes dejaron de ser una herramienta de apoyo para convertirse en utensilio básico, pero a cambio de hacer a un lado las viejas ceremonias políticas, también perdieron la atención de un enorme sector de la población hidalguense, un sector que por cierto participaba no sólo en las urnas sino en la promoción de los y las candidatas. 

Considero que la opinión pública en Hidalgo aún se alimenta de información en los medios de comunicación tradicionales; un enorme número de “políticos” tiene como práctica común las interminables y constantes charlas en cafés o restaurantes donde circulan “las grillas” que de boca en boca corren quizás a mayor velocidad que las redes sociales y con plena certeza de una mayor eficacia. 

Prueba de lo señalado son los videos que surgen en una “guerra sucia” entre candidatos; en ellos, abundan ataques, señalamientos y denuncias que por circular en redes sociales dan un efecto distinto al electorado. El perfil de los asiduos a las redes es diferente del que busca en la prensa escrita o en la televisión información sobre la actividad de la candidata y los candidatos. 

Otro aspecto inédito en las actuales campañas electorales en Hidalgo es lo que sucedió el fin de semana en un antro de moda en la capital hidalguense. El gobernador del estado fue captado bailando y operando una consola de sonido mientras se divertía acompañado de sus hijos, el propio Omar Fayad publicó en su cuenta de Twitter la experiencia, pero las redes sociales de inmediato hicieron del video y las imágenes una tendencia. 

Además de las burlas (memes) y los comentarios negativos hacia el funcionario, vinieron de inmediato los señalamientos sobre la afectación que su actitud podría generar a su partido el PRI y a la campaña electoral que se desarrolla en este momento en Hidalgo. 

El gobernador fue cuestionado duramente con preguntas y sentencias de corte personal y público. Algunos comentarios aseguran que ya no le importaba su imagen pública porque había entregado el estado a Morena y es ahí donde hay otro asunto inédito; los gobernadores que en Hidalgo cerraban su administración lo hacían de forma discreta para no “robar” atención al sucesor, pero, sobre todo, para no generar conflictos entre los equipos y enviar un mensaje de cohesión y entendimiento que diera certeza a la población en un momento tan importante como era el cambio de una administración sexenal. Bueno, ¡así era antes! 

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