Los gobiernos de la cuarta transformación cierran su séptimo año coronados como la primera fuerza partidista del país; en Hidalgo con el primer mandatario emanado de Morena, van tres años y aún no se consolida ni se percibe un cambio sustantivo más allá de que hay micro obras en los 84 municipios.

En algunos ayuntamientos ya es el segundo ayuntamiento gobernado por el partido guinda y se percibe más un atraso y la imparable inseguridad y corrupción están vigentes; echen una mirada a Actopan, San Salvador e Ixmiquilpan.

Con diciembre llega irremediablemente un recuento de por qué el gobierno estatal deja un saldo de varias heridas sociales abiertas, unas que siguen sin sanar  desde su arribo en septiembre de 2022 y otras que las infligió después de esa fecha.

Tanto unas como otras están pendientes de cerrar, generan inconformidad en un sector de hidalguenses incluidos un amplio sector de simpatizantes de Morena, cuyo descontento aumenta por la crisis política que atraviesa el gobierno de Claudia Sheinbaum y sus actores políticos emanados por voto popular que no se resisten a la tentación de vivir como si fueran los protagonistas del pasado neoliberal, esos que tanto critican.

Regresando a Hidalgo y sin resultados oficiales del IEEH, al momento de redactar está columna, respecto de la consulta popular a los ciudadanos de Tula, Tlaxcoapan y Atitalaquia para saber si aceptan la planta recicladora, lo que se puede desprender del ejercicio es que hay un alto porcentaje de electores que “les vale madre” dicho proyecto; algunos organizados e informados que se oponen y los menos los que acudieron a emitir su opinión.

Ya lo hemos dicho varias veces en este espacio, lo que no les gusta a los de Morena es que el pueblo sabio y bueno esté informado y haga valer leyes, reglamentos y demás argumentos jurídicos porque le es adverso a los gobiernos emanados de ese partido y hasta salen a relucir otros daños colaterales como en este caso de la consulta popular: hay un culpable con nombre y apellido y cargo dentro de la administración pública estatal, que por alguna razón seguirá causando tanto daño sin que su jefe lo frene, lo cese o siga acrecentando un poder que podría pasar factura a quien compita en el lejano 2028.

Guillermo Olivares Reyna seguirá despachando en el segundo piso y seguro sus demás compañeros del Gabinete porque desmarcarlo o quitar a varios del primer piso de la cuarta transformación en la entidad sería una mala señal, una más negativa para un partido político que en siete años han mostrado que son casi iguales a sus antecesores.

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