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No podemos ignorar los efectos devastadores que vivimos durante la reciente pandemia de COVID-19. A cinco años del anuncio inicial de la crisis sanitaria por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y tras la muerte de más de 20 millones de personas, algunas estimaciones sugieren que el número real podría acercarse a 35 millones. Esta pandemia evidenció la pobre preparación del mundo para enfrentar una crisis global que no solo afectó la salud pública, sino también el tejido económico y social. Las cadenas de suministro se interrumpieron, una recesión global dejó huellas que aún sentimos, y fenómenos como la inflación actual tuvieron parte de su origen en las disrupciones de aquellos tiempos. Además, alrededor de 120 millones de personas cayeron en la pobreza extrema, y las tasas de desempleo se dispararon, intensificando las desigualdades.
Hoy parece que el fantasma de una nueva pandemia se cierne sobre nosotros. Los virus de influenza aviar H5N1 y H7N9, con tasas de mortalidad que oscilan entre el 50% y el 60%, han dado el salto a los humanos en casos aislados. Aunque la transmisión eficiente entre personas aún no se ha logrado, los expertos temen que una mutación podría facilitar este proceso. Mientras tanto, los brotes de gripe aviar han obligado al sacrificio masivo de aves de corral, lo que ha provocado escasez y un aumento de precios de hasta un 30% en algunos países y cerca del 70% en Estados Unidos. Según la OMS, hasta diciembre de 2024 se han notificado 76 casos humanos de gripe aviar, aunque el riesgo de transmisión generalizada aún se considera bajo.
Además, los especialistas advierten sobre la "Enfermedad X", un término conceptual introducido por la OMS en 2018 para referirse a un patógeno desconocido que podría desencadenar la próxima pandemia global. Este concepto busca enfocar la atención en amenazas potenciales derivadas de factores como la globalización, el cambio climático y el contacto humano con animales. El doctor Efraín Benítez Herrera, en su libro Caldo de murciélago, desarrolla un escenario similar al de la "Enfermedad X", cuestionando las capacidades actuales y destacando la necesidad de una inteligencia epidemiológica predictiva. Benítez señala que el estudio de pandemias debe incluir no solo la enfermedad en curso, sino también los factores sociales y económicos que la rodean. Según sus estimaciones, una nueva pandemia asociada a la gripe aviar podría causar entre 180 y 360 millones de muertes debido a su letalidad.
¿Cómo podríamos enfrentar una eventualidad que parece inevitable en un mundo cada vez más fragmentado y vulnerable? Las limitaciones que vivimos durante la pandemia de COVID-19 —cierres de fronteras, cuarentenas y distanciamiento social— podrían ser aún más estrictas. Sin embargo, como advierte Benítez, el impacto económico sería tan severo que muchas naciones podrían no resistir un embate de tal magnitud.
Por su parte, la Defense Advanced Research Projects Agency (DARPA) ha desarrollado proyectos como PREEMPT (2018), diseñado para anticipar y prevenir el salto de patógenos zoonóticos mediante el uso de ingeniería genética. Otro proyecto, Pandemic Prevention Platforms (P3), busca desarrollar contramedidas rápidas, como terapias basadas en anticuerpos, en menos de 60 días. Estas iniciativas representan avances significativos, pero también subrayan que el mundo necesita reforzar su preparación frente a amenazas biológicas.
La otra cara de la moneda
A pesar de las lecciones aprendidas, no estamos lo suficientemente preparados para enfrentar una nueva pandemia. Un mundo convulso, dividido por conflictos bélicos y regímenes autocráticos que han fragmentado el orden internacional, parece relegar esta amenaza a un segundo plano. Aunque países como Estados Unidos han creado agencias de inteligencia epidemiológica, la preparación para la próxima pandemia requerirá una coordinación global, la actualización de planes de respuesta y una inversión significativa en simulacros y ejercicios prácticos. Todo esto es imprescindible para identificar fortalezas y debilidades en la preparación sanitaria. El resto, como parece, será solo cuestión de tiempo.
Y nuestro país con las reducciones en el presupuesto en materia de salud, ¿cómo estará preparado a este respecto?
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