Los niños deberían votar
Romina Lazcano
Una vez alguien me dijo que los niños no son el futuro del país, son el presente, porque existen, porque tienen derechos, porque de lo que hagamos con ellos hoy, van a depender los adultos del mañana, porque lo que se les enseñe hoy, será lo que rinda frutos en cortos plazos, no en largos, como algunos creen.
Sin duda, la pandemia ha representado para el mundo entero un desequilibrio emocional, económico y social, sin precedentes, todos nos hemos visto afectados, sin embargo ante la nueva normalidad, justo los niños, han sido el sector que más ha sufrido los cambios, del día a la noche se enfrentaron a un aislamiento obligatorio, que para muchos, por su corta edad, fue incomprensible, adiós paseos, adiós escuela (presencial), adiós recreos, adiós juegos con amigos o primitos, hola computadoras, hola comunicación virtual, hola más horas de videojuegos o televisión, porque para algunos padres fueron herramientas para entretenerlos.
Y mientras esto es entendido por el mayor número de países en el mundo, lo que ha provocado la reinserción del sector en las nuevas formas de vida, en México la única preocupación es mandarlos a las escuelas de una forma casi obsesiva, sí porque reactivan la economía, sí porque los padres tienen que dejar el home office para presentarse en oficinas o centros laborales, sí porque urge dar la imagen de que México ha superado una pandemia (cuando lejos se está de tal afirmación).
Del 24 de diciembre de 2020 al 26 de octubre de 2021, 42.95% de la población adulta ha recibido las dosis recomendadas para la inmunización contra el Covid-19, lo que posiciona a México como el segundo lugar en dosis administradas en América Latina y el Caribe, repito, en población adulta, así que no nos emocionemos con estos datos que más allá de esperanzadores marcan tajantemente el desinterés por parte del Gobierno Federal de proteger a las infancias de este virus, más ahora que se han reabierto las escuelas, más ahora que se sabe que es igual de letal para chicos y grandes.
La postura de México sobre la vacunación de adolescentes y niños discrepa con la de la gran mayoría de países de América Latina, los cuales ya están inmunizando a estos sectores, por citar algunos ejemplos en Nicaragua, vacunan a niños de entre 2 y 17 años, Perú, por su parte, desde el 2 de noviembre inmunizan a partir de los 12 años y ni hablar de Estados Unidos, que ha puesto el ejemplo y ha detonado el interés de viajar a ese país, ya que mexicanos día a día cruzan la frontera para vacunar a sus niños contra covid-19, recibiendo dosis pediátricas de Pfizer, en su mayoría.
Y aunque, en algún momento del camino, parecía que la situación podría cambiar, hace algunos días corrió con muy bajo perfil la noticia de que el Gobierno Federal, digámoslos claro, de que el Presidente Andrés Manuel López Obrador, impugnó la orden del Juzgado Séptimo de Distrito del Segundo Circuito en el Estado de México, para vacunar a menores de entre 12 y 17 años de edad contra el Covid-19, independientemente de si tienen comorbilidades o enfermedades congénitas.
¿Es justo que las autoridades federales se tapen los ojos ante la necesidad de proteger a nuestras infancias? El no voltear a ver a los niños en la actual administración, no es novedad, basta con recordar los recortes presupuestarios y los cambios de modelos de compras de medicamentos que han ocasionado además de desabasto, la suspensión de tratamientos para NIÑOS con cáncer, muchas vidas se han perdido y después de 21 reuniones entre autoridades de salud y familiares de NIÑOS enfermos, de que por enésima vez, las familias bloquearan el acceso al aeropuerto de Ciudad de México para exigir al Gobierno una solución al problema de fondo, después de 200 amparos ante tribunales de todo el país, por fin el presidente “regañó” al secretario de Salud, Jorge Alcocer, diciendo que “Ya no hay excusa” ante esta atrosidad.
Desde su llegada al poder, Andrés Manuel demostró su desdén a las infancias al cancelar uno de los programas que no nada más ayudaba a los pequeños, si no era un gran apoyo para las familias, las “Estancias Infantiles”, el cual permitía que existieran espacios seguros, con personal capacitado y a bajos (o nulos) costos, en algunos casos, destinados a hijos de madres o padres trabajadores que no tuvieran donde dejar a sus hijos mientras ejercían sus labores, el error en esta desaparición fue tal, que en la reciente discusión del Presupuesto de Egresos 2022 en San Lázaro, la diputada por Morena, Susana Prieto reconoció que las mujeres mexicanas padecen la eliminación de las estancias infantiles, lo que representa un problema nacional.
A todo esto, el tema es claro, al Presidente y a su gabinete no le interesan las infancias, ¿Será porque no le representan ningún capital político? ¿Será porque de ellos no puede obtener votos? ¿Será porque en esas pequeñas manos no esta la decisión de que la 4T tenga el poder en los estados, municipios y Congresos? Los niños deberían votar, y así veríamos entonces que los ejemplos aquí dados, serían otra historia.
¿Qué piensa usted querida audiencia? Recuerde que usted tiene la última palabra.