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Una de Vaqueros

Abril 20, 2025 149

 

 

En un giro digno de una telenovela, las Fuerzas Armadas de Ecuador han desplegado un operativo de seguridad que parece más una coreografía de Hollywood que una respuesta racional a una supuesta amenaza.

Según el Comando Conjunto de ese país, el presidente Daniel Noboa, su gabinete y hasta los bancos del país están en la mira de un complot orquestado por delincuentes, entre los cuales —¡oh, sorpresa!— figuran los infaltables “sicarios mexicanos”. Con esta narrativa, el gobierno ecuatoriano no solo refuerza la seguridad, sino que también parece reforzar su talento para el melodrama político. Pero, ¿es este despliegue una reacción legítima o una cortina de humo para apuntalar la imagen de un presidente que necesita desesperadamente un guion heroico?

Primero, hablemos de la estrella del espectáculo: Daniel Noboa, el joven presidente que, tras ganar la reelección en abril de 2025 con un discurso de “mano dura” contra el crimen, parece decidido a mantenerse en el papel de salvador nacional. Las Fuerzas Armadas, con su alerta del 18 de abril, nos pintan un escenario apocalíptico donde Noboa es el blanco de un complot internacional.

¿Los villanos? Un grupo nebuloso de criminales, convenientemente encabezados por mexicanos, porque, claro, nada grita “peligro” como un cliché reciclado de series de narcos. Sin embargo, el gobierno no ha presentado una sola prueba concreta.

La ironía se vuelve más deliciosa cuando consideramos el contexto. Noboa, cuya popularidad ha sido golpeada por una crisis energética, apagones de 14 horas y un crecimiento económico que parece un espejismo, necesita desesperadamente un distractor. ¿Qué mejor que un enemigo externo para unir al país? La narrativa de los “sicarios mexicanos” no solo desvía la atención de los problemas domésticos, sino que también le permite a Noboa posar como el líder valiente que enfrenta al crimen transnacional. Es un guion tan predecible que uno casi puede escuchar la música épica de fondo mientras Noboa, con gesto serio, promete proteger la nación. Pero, ¿quién protege a los ecuatorianos de las promesas vacías y las políticas que no resuelven nada?

Y luego está el absurdo de blindar no solo al presidente y su gabinete, sino también a los bancos. ¡Los bancos! Como si los supuestos sicarios, tras cruzar fronteras y evadir a las autoridades, fueran a detenerse en una sucursal bancaria para un atraco de película. Mientras tanto, las calles de Guayaquil y Durán siguen siendo un campo de batalla donde la violencia real —la de las extorsiones, los homicidios y las masacres— no parece merecer la misma urgencia. Según InSight Crime, la extorsión en Guayaquil creció un 400% entre 2023 y 2024, pero el gobierno prefiere montar un circo de seguridad en torno a los bancos que atacar las economías criminales que asfixian a los ciudadanos de a pie. 

El colmo de la farsa llega con la respuesta de la cancillería mexicana, que rápidamente negó cualquier vínculo con las supuestas amenazas. En un comunicado, el gobierno mexicano dejó claro que no hay evidencia de que sus ciudadanos estén planeando atentados en Ecuador. Después de la crisis diplomática de 2024, cuando Noboa ordenó irrumpir en la embajada mexicana en Quito para arrestar a Jorge Glas, las relaciones entre ambos países están en el congelador. ¿Por qué, entonces, insistir en señalar a México? Porque es un chivo expiatorio perfecto: lejano, estigmatizado y lo suficientemente vago como para no tener que rendir cuentas. Es la misma táctica que Noboa ha usado al culpar a “narco-terroristas” de todos los males del país, mientras las estructuras criminales locales, aliadas con carteles internacionales, operan con una impunidad que su “mano dura” no ha logrado tocar.

La violencia en Ecuador es real y devastadora. Con más de 2,500 homicidios en los primeros meses de 2025, el país enfrenta una crisis que no se resuelve con operativos mediáticos ni con cuentos de sicarios extranjeros. Lo que Noboa y sus Fuerzas Armadas parecen ignorar es que el crimen organizado prospera en la debilidad institucional, la corrupción policial y la desigualdad rampante. En lugar de abordar estas raíces, el presidente opta por un espectáculo que lo pinta como víctima y héroe al mismo tiempo. Es una jugada maestra de relaciones públicas, pero un insulto a la inteligencia de los ecuatorianos que viven con miedo real, no con amenazas inventadas. 

Así que, mientras las Fuerzas Armadas refuerzan la seguridad de Noboa, su gabinete y los bancos, el resto del país sigue esperando soluciones de verdad. La alerta de los “sicarios mexicanos” no es más que un capítulo más en la saga de un gobierno que prefiere el drama a la eficacia. Si Noboa realmente quiere combatir el crimen, que empiece por desmantelar las redes de corrupción en sus propias instituciones, fortalecer la justicia y atacar las economías ilícitas que financian a las pandillas. Hasta entonces, este circo de amenazas no es más que una de vaqueros.

@David_Tenorio

 

 

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Last modified on Domingo, 20 Abril 2025 22:49